Temas Médicos y de Nutrición Clínica
Cancer de Próstata estrategias de prevención:
Dr. Piza a tu Salud
A veces pensamos que el cáncer es un castigo de Dios o una simple lotería, pero hoy en día se ha demostrado que los factores ligados a una dieta saludable y un estilo de vida adecuado, pueden prevenir hasta el 35% de todos los tumores malignos y colaborar a la recuperación de quienes lamentablemente ya los sufren.
Algunos estudios con autopsias han demostrado que casi un tercio de los hombres mayores de los 50 años de edad, tienen tumores prostáticos microscópicos, cantidad que aumenta con la edad.
Envejecer es el factor de riesgo primario para el cáncer de próstata. La edad promedio del diagnóstico son los 70 años. El diagnóstico se puede hacer por medio del examen rectal digital, a con el cual, el médico siente la próstata a través de la pared del recto.
El AEP (Antígeno Específico Prostático o PSA), es una proteína producida por las células prostáticas que frecuentemente está presente en niveles elevados en la sangre de los hombres que tienen cáncer de próstata y otras enfermedades como prostatitis o hiperplasia benigna (próstata crecida).
El tratamiento depende de la etapa en la cual se haya descubierto el cáncer, de la edad y del estado general de salud del paciente. La cirugía y la terapia con radiación son las opciones para el cáncer que está confinado a la próstata.
La terapia hormonal es la más comúnmente usada en el cáncer de próstata metastásico y puede incluir la orquidectomía (la remoción quirúrgica de los testículos) o medicamentos que reducen los efectos de las hormonas masculinas.
Otros tratamientos convencionales más modernos y sofisticados son la ablación crioquirúrgica prostática percutánea, los anticuerpos monoclonales y la radioterapia con un rayo protónico y la prostatectomía robótica que se está imponiendo como la norma en países de avanzada.
El cáncer de próstata es la segunda causa de tumores malignos en los hombres de muchos países del mundo y una importante causa de muerte, aunque no es una causa muy importante de años de vida efectiva perdidos (DALYS o años perdidos ajustados por discapacidad) por ser una enfermedad que afecta a personas de edad bastante avanzada.
Se ha encontrado en varias investigaciones que el estilo de vida, la dieta y ciertos hábitos son la causa de más del 50% de los cánceres en la próstata y, por lo tanto, pueden ser prevenidos.
ver DIETA EN CANCER DE PROSTATA
Por ejemplo en un estudio publicado en el 2005 por la revista ACTAS UROLÓGICAS ESPAÑOLAS se demuestra que en la población de Andalucía, el número de muertes por cáncer de próstata aumentó de 407 a 767 y l as tasas brutas pasaron de 13 a 21 por 100.000 hombres.
Sin embargo, las tasas ajustadas por edad mostraron unos valores relativamente estables a lo largo de la serie, con un porcentaje anual de cambio de -0,21% y los indicadores de mortalidad prematura descendieron, lo que hace pensar que el aumento se debe a que la población vive más años.
El riesgo acumulado de morir por cáncer de próstata aumentó con la edad, experimentando a partir de los 50 años un incremento exponencial, tanto en el periodo de 1975-1979 como en el 1997-2001, con valores superiores en el segundo periodo respecto al primero. En las conclusiones se encuentra que el cáncer de próstata ha aumentado en valores absolutos debido al envejecimiento de la población y a algunos factores ambientales
1. Vigila tu dieta:
William Fair en los «AUA News» de julio de 1998 se plantea la siguiente cuestión:
«¿Debería considerarse el cáncer de próstata una enfermedad nutricional?»
Existen hoy en día datos que apuntarían esta posibilidad:
Aparentemente el cáncer en la próstata es mucho más frecuente de lo que se detecta clínicamente y cerca del 4% de los hombres que mueren tienen tumores microscópicos.
Llama la atención que esa frecuencia es igual en muchos países del mundo aunque la frecuencia de cáncer demostrado clínicamente es muy variable entre esos países o sea que hay factores ambientales que hacen que el cáncer se desarrolle o que, por el contrario, permanezca microscópico por largo tiempo permitiendo que el paciente muera de otra causa a edad avanzada.
Por ejemplo una de las poblaciones del mundo con mayor mortalidad por este cáncer son los hombres de raza negra de los Estados Unidos que tienen una frecuencia 30 veces mayor que los de Osaka en Japón y 120 veces mayor que los de Shangai en China.
La investigación epidemiológica siempre ha sugerido la conexión entre las dietas altas en grasa saturada o animal y el cáncer. Otro ejemplo, la incidencia de cáncer de próstata para los americanos blancos es de 37 % más alta que la de los Chinos, quienes consumen una dieta baja en grasa. Japón, también es un país de comedores de poca grasa y tiene una incidencia de cáncer de un 25 % menos que los EE. UU.
Uno estaría tentado a pensar que estas diferencias se pueden deber al resultado de la genética. Sin embargo, no hay que pasar por alto que aquellos hombres japoneses que se mudan a los EE. UU. experimentan un incremento importante en el riesgo de cáncer de próstata.
Además, como los Japoneses urbanos han aumentado su consumo de alimentos ricos en grasa, sus incidencias de cáncer también se han elevado, mientras que los Japoneses rurales que se adhieren a su dieta baja en grasa (dieta de Osaka), no han experimentado una elevación similar en los casos de cáncer.
Esas curiosidades han hecho que se investigue el consumo per cápita de grasa demostrando que en los estados de los Estados Unidos que consumen mayor porcentaje de grasa sobre todo saturada relacionada con el consumo de carne de res marmórea o la llamada prime-cut y cerdo, son también los estados con una mayor frecuencia de cáncer, por lo que una recomendación que parece totalmente ajustada a la realidad es la disminución de la cantidad de carne, sobre todo la del tipo mencionado.
También el consumo de grasa derivada de los productos lácteos como la crema, el queso grasoso, la natilla, la mantequilla, la leche íntegra y otros productos ricos en grasa
Por el contrario, la ingesta de tomate fresco en salsas o crudo por su alto contenido de LYCOPENOS que son carotinoides ligados a un mejor funcionamiento de la próstata y menor incidencia de cáncer. Cuando el tomate se cocina levemente como en las salsas, hay una mayor bio-disponibilidad de los lycopenos.
Además se deben incluir en la dieta derivados de la soya que contienen isoflavonas y ácidos grasos omega tres que deben consumirse al menos en 2 a 3 gramos por día por su efecto sobre el sistema inmunológico y la producción de eicosanoides (derivados de los ácidos grasos de 20 carbones) que tienen efecto anti-inflamatorio.
Todo esto porque se ha demostrado que los hombres que desarrollan cáncer en la próstata tienen con frecuencia también cambios inflamatorios en ese órgano y presentan crisis de prostatitis subaguda.
El consumo de fibra dietética soluble del tipo beta-glicanos estimula la eliminación adecuada de residuos hormonales de testosterona y estrógenos que también se han relacionado con el cáncer.
Tome te verde (Camellia sinensis) en cantidades importantes, porque se ha demostrado que su efecto antioxidante y su contenido de EGCG o “epigallocatechin gallate” que es un compuesto poli-fenólico con un probado efecto anticancerígeno y que se ha demostrado que mata las células del cáncer de próstata. Hay otros elementos en el te verde pero la EGCG concentra más del 30% de su poder antioxidante por lo que es el compuesto al que se ha dado mayor énfasis en la literatura médica mundial.
Realiza ejercicio físico:
El ejercicio se debe hacer en forma moderada pero regular con al menos 30 minutos diarios en que se mantenga una frecuencia cardiaca elevada al menos de 95 latidos por minuto. Los mejores ejercicios son la caminata, la bicicleta sea en la calle o estacionaria, la natación, el baile moderno y el trote suave.
Consuma suficientes antioxidantes y vitaminas:.
Si no está convencido de que su dieta es abundante en vegetales frescos, frijoles, cereales integrales y ácidos grasos omega 3, entonces debe buscar suplementos de esas sustancias como un polivitamínico que incluya selenio, zinc y otros oligo-elementos.
En ultimo punto busque ayuda profesional aunque no tenga síntomas.
Debe realizarse un estudio de antígeno prostático específico (PSA) al menos una vez al año a partir de los 40 años y dos veces al año después de los 60. Supere el tabú asociado con el examen rectal por parte de un experto. Es poco doloroso y algo molesto, pero puede salvar su vida.