Los tranquilizantes o Ansiolíticos
Todos los seres humanos y sobre todo los que vivimos en un mundo complejo y lleno de estrés como el moderno, padecemos de un cierto grado de ansiedad. No solamente es normal sino que es necesaria como mecanismo de defensa ante posibles ataques del ambiente. La reacción de ansiedad nos prepara para defendernos.
No se conoce con exactitud la fisiología de la ansiedad aunque se relaciona con alteraciones bioquímicas sobre el sistema límbico .
El sistema límbico no es una estructura en si mismo sino que está formado por varias estructuras cerebrales que regulan las respuestas frente a estímulos. Es decir, en él se encuentran lo que llamamos instintos o respuestas automáticas, entre ellos la memoria innata o natural, el hambre, la saciedad, la atención, el deseo sexual y el relacionado con la satisfacción de otras necesidades corporales como la de miccionar o defecar, las emociones como el placer, miedo, la ira o la agresividad; rasgos innatos de la personalidad y la conducta (o sea la forma de ser en general).
Está formado por partes del tálamo, hipotálamo, hipocampo, amígdala cerebral, cuerpo calloso, septo y mesencéfalo, (aunque esos nombres nos suenen como a chino).
El sistema límbico interacciona velozmente y sin que se necesiten otras estructuras cerebrales, por lo que puede considerarse autónomo o inconsciente. Se relaciona con los sistemas endocrino, nervioso autónomo (formado por el simpático y el parasimpático) y el nervioso periférico o sea que puede hacer que los músculos se tensen o se relajen incluso puede hacer que fallen los esfínteres y que, ante un estímulo aterrorizante una persona puede orinar o defecar involuntariamente.
Se ha descrito la relación entre los estados de ansiedad y aumento de actividad noradrenérgica (relacionada con liberación de NORADRENALINA, un neurotransmisor y hormona); también aumenta la producción de serotonina y una disminuye la actividad gabaergica (El ácido GAMA-AMINOBUTÍRICO (GABA es un aminoácido no relacionado con las proteínas, que está presente ampliamente en microorganismos, plantas y animales y es el principal NEUROTRANSMISOR INHIBIDOR en el nuestro sistema nervioso. Su principal papel es la reducción de excitabilidad neuronal y está directamente relacionado a la regulación del tono muscular produciendo RELAJACIÓN).
Los síntomas de la ansiedad son muy variables e incluyen taquicardia, palpitaciones, paidez, sudoración fría, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, molestias digestivas como náuseas, vómitos o sensación de “nudo” en el estómago, alteraciones del apetito, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, mareo e inestabilidad generalizada con sensación de despersonalización y un miedo inexplicable.
La ansiedad puede darse en forma de ATAQUES o CRISIS DE PÁNICO o puede ser crónica y no afectar la capacidad de acción de la persona. Las crisis de pánico generalmente producen HIPERVENTILACIÓN o sea respiración acelerada que lleva a pérdida de ácido y ALCALOSIS RESPIRATORIA por lo que a veces se trata poniendo al paciente a respirar dentro de una bolsa de papel para que acumule CO2.
Desde la antigüedad se conoce la ansiedad y se usaban plantas medicinales como la VALERIANA, la BELLADONA, el LÚPULO, la LAVANDA, el TILO, el AZAHAR y terapias como la hipnosis (sugestión como se le llamaba) la relajación, los baños calientes, aceites balsámicos, meditación y acupuntura).
Los primeros medicamentos ansiolíticos fueron los derivados del opio como el elixir paregórico, el láudano y el mismo opio fumado y luego la morfina y otros. Luego aparecieron los llamados BARBITÚRICOS en Alemania a mediados del siglo 19 pero en estos medicamentos resulta imposible diferenciar la acción ansiolítica de la hipnótica. O sea que la persona tiende a dormirse por lo que la tranquilización se produce por medios naturales. En ese mismo sentido funciona la melatonina.
Posteriormente se inventaron las benzodiacepinas por parte de la compañía ROCHE de Suiza en el año 1949 (la primera se llamó LIBRIUM) y estas sustancias en dosis altas producen sedación y sueño, es posible utilizarlas en dosis ansiolíticas aparte que, con el tiempo, la persona desarrolla tolerancia para el efecto hipnótico y simplemente ya no se duerme. Estos medicamentos constituyen uno de los grupos de medicamentos mas recetados en la práctica médica actual, aunque su pico fue en la década de los 70s del siglo pasado y, desde entonces, han venido disminuyendo, dando paso a los inhibidores de la recaptación de la serotonina.
Algunos descubrimientos han llevado a diferenciar las benzodiacepinas entre las de ALTO PODER HIPNOTICO como el midazolan o dormicum y otras con una orientación ansiolítica como el alprazolam, diazepan, lormetazepam y lorazepan (que también producen sueño y no deben utilizarse cuando se conducen vehículos, sobre todo bicicleta, motocicleta o maquinaria pesada)
Las benzodiacepinas se unen a un sitio del receptor gabaergico y como consecuencia de esta unión se produce mayor actividad del GABA y por lo tanto TRANQUILIZAN el sistema límbico.
Otros tranquilizantes se utilizan en pacientes psiquiátricos y se conocen como ANTI-PSICÓTICOS. Pero también se utilizan en dosis bajas en el tratamiento de la ansiedad y pueden tener gran éxito en este campo.
En los casos de ANSIEDAD CRÓNICA se puede asociar frecuentemente un deficiente SECRECIÓN Y UTILIZACION de SEROTONINA por lo que se utilizan los inhibidores selectivos de la recaptación de esa sustancia que, aunque indicados para el tratamiento de la depresión leve, moderada o severa, también tienen gran aplicación como ansiolíticos, aunque esa no es la indicación fundamental y realmente no deben utilizarse, sobre todo en las llamadas CRISIS DE PÁNICO.