MENSAJE DE LA CIRUJANA GENERAL DE LOS ESTADOS UNIDOS SOBRE LA SALUD, EL SOBREPESO Y EL EJERCICIO FISICO
Traducción y adaptación de:
Dr. Manuel E. Piza
En los Estados Unidos se conoce como CIRUJANO GENERAL o CIRUJANA GENERAL, en este caso, algo así como la persona encargada de la salud, con base en las fuerzas armadas y es casi equivalente a un ministro de salud, aunque sí existe la SECRETARÍA DE SALUD Y SERVICIOS HUMANOS que es del lado civil.
Tradicionalmente la política norteamericana de salud ha sido regentada por ambos funcionarios, pero los cirujanos generales han tenido gran importancia.
Como cirujana general mi objetivo prioritario es hacia el bienestar y hacia la prevención de la enfermedad. Al inicio de esta año publiqué un artículo llamado «The Surgeon General’s Vision for a Healthy and Fit Nation” (La visión de la Cirujana General para una nación saludable y en forma).
Regina M. Benjamin, MD, MBA
No hay hoy en día posiblemente, un reto mayor para el sistema norteamericano y para la salud y bienestar de la población de ese país y del mundo, que la obesidad y el sobrepeso ya que, desde 1980 la frecuencia de esta condición se ha duplicado en los adultos y se ha TRIPLICADO en los niños, siendo que los problemas son más severos entre las personas de raza negra, los hispanos y los nativos americanos a amerindios. Es así como vemos el impacto soberbio de las estadísticas acerca de la alta frecuencia de enfermedades crónicas que están empezando a afectar a las personas aún antes de alcanzar la edad adulta, o sea durante la niñez o adolescencia.
A los encargados de las políticas públicas de salud se les solicita que cambien esas políticas para respaldar actividades físicas como un COMPONENTE FUNDAMENTAL DE LA ATENCIÓN DE LA SALUD y, a los profesionales de la salud y del ejercicio, se les solicita que integran la actividad física en la interacción con todos y cada uno de sus pacientes o clientes.
A las comunidades, sitios de trabajo y escuelas se les urge para que promuevan la actividad física como una parte esencial de sus programas de salud y bienestar.
Unos meses atrás (año 2012) un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte reportó niños obesos a una edad tan temprana como 3 años que mostraron una reacción de inflamación ligada a enfermedades del corazón en edades más tardías. Por mi parte, tuve el placer de reunirme con la Primera Dama de los Estados Unidos para un almuerzo para su campaña “MOVÁMONOS” o (Let’s Move) para resolver el problema de la obesidad infantil en la próxima generación, el cual se está volviendo inmanejable.
Tanto mi visión para una nación más saludable y en forma, como la de la Primera Dama “movámonos” enfrentan un aborde comprensivo que pretende comprometer a las familias y a las comunidades y tanto a los sectores públicos como a la empresa privada. Mi visión es un intento para cambiar el punto de vista nacional desde uno negativo o de desinterés hacia un discurso y una actitud positiva para resolver el problema de la obesidad, la enfermedad crónica y el sedentarismo. He querido estimular a los norteamericanos a comer más nutritivamente, ejercitarse más regularmente y mantener un estilo de vida más saludable.
Las anteriores son las razones por las que estoy solicitando a las organizaciones dedicadas al cuidado de la salud en los Estados Unidos y en los demás países, que se unan a la INICIATIVA DE “EJERCICIO COMO MEDICINA” como un esfuerzo multinacional y multi- organizacional. Esta iniciativa trae a la actividad física y el ejercicio programado y frecuente al frontispicio de la atención de la salud, haciendo que el ejercicio sea una PARTE INTEGRAL de la vida de cada persona y de cada paciente que interactúa con un profesional de la salud.
Ejercicio como Medicina busca proveer conexiones esenciales entre los clínicos, los profesionales del ejercicio y el público de tal manera que cada uno reciba la guía que necesitan para mantenerse saludables y activos.
Todas las partes de esta iniciativa están dedicadas a la idea de que el ejercicio es la nueva forma de medicina. Las partes involucradas son urgidas permanentemente para crear, respaldar y convertirse en propagandistas de la actividad física como una parte esencial del concepto de SALUD GLOBAL y el bienestar de la humanidad, llamándolos a la acción. A los miembros de las comunidades se les solicita que eduquen y se empoderen ellos mismos y a sus vecinos para buscar consejería y ayuda para promover la actividad física.
Como profesionales de la salud debemos recordar que los pacientes son más proclives a cambiar su comportamiento si obtienen recompensas valederas – algo más que solamente perder unos cuantos kilos o poder usar una talla más pequeña de ropa. La recompensa debe ser algo relacionado a como siente cada una de las personas y debe ser algo que puedan celebrar con gozo y disfrutar. Por ello la recompensa óptima será permitir a las personas embarcarse permanentemente en un programa de ejercicio físico programado y abrazar cada día de sus vidas al máximo, sin enfermedad, discapacidad o pérdida de productividad. Espero que todos ustedes se unan a mi campaña EJERCICIO COMO MEDICINA. Juntos lograremos una población más sana y en forma.
Regina M. Benjamin, MD, MBA Surgeon General of the United States, US Department of Health & Human Services 2009/2013, Washington, DC
La Diabetes mellitus ha sido conocida por los médicos desde épocas antiguas. La literatura India en el siglo sexto antes de Cristo ya hace mención de la enfermedad y en referencias Egipcias antiguas del papiro de Ebers se le relaciona con alto azúcar en la orina lo cual se demostraba porque las hormigas acudían inmediatamente hacia un pozo de orina emitida por un paciente.
El médico Griego Areteus de la provincia Romana Imperial de Cappadocia, en la actual Turquía, describió en el siglo primero después de Cristo el caso clásico de la diabetes mellitus con gran exactitud y en el siglo décimo el médico Persa conocido como Avicenna observó que los diabéticos eran dos grupos distintos de las personas: Unos, los individuos finos o delgados, más jóvenes y otros más obesos y viejos. Entonces definió los dos tipos fundamentales de diabetes haciendo énfasis en que el tratamiento era la dieta estricta con pérdida de peso en el caso de los adultos pero, en los jóvenes, la enfermedad era irremediablemente mortal por desnutrición y pérdida del azúcar por la orina. Sin saberlo descubrió que la insulina es indispensable para el aprovechamiento de los alimentos y para que ingrese la energía en muchas de las células del cuerpo por lo que la ausencia total de esta hormona en los casos de diabetes tipo uno, determinaba la muerte irremediable.
Avicenna Médico Persa que describió la diabetes con gran exactitud y detalle en el siglo X después de Cristo
En 1869 Paul Langerhans, un estudiante de medicina en Berlín encontró dos grupos de células en el páncreas pero no logró explicar su función ni encontrar una relación con un conducto de excreción de sus productos.
Fue Eduardo Laguesse un histólogo francés del siglo 19 quien más adelante nombró a los grupos de células “Islotes de Langerhans” en honor a su descubridor y sugirió que podían ser productores de secreciones que desempeñan un papel regulador en la digestión. También sugirió que, como los islotes no eliminaban su contenido a un conducto, podrían hacerlo directamente a la sangre, creando así el concepto de glándula endocrina.
El sistema endocrino o también llamado sistema de glándulas de secreción interna es el conjunto de órganos y tejidos del organismo, que segregan un tipo de sustancias llamadas
hormonas, que son liberadas al torrente sanguíneo y regulan algunas de las funciones del cuerpo. Es un sistema de señales similar al del sistema nervioso, pero en este caso, en lugar de utilizar impulsos eléctricos a distancia, funciona exclusiva-mente por medio de sustancias (señales químicas).
Las hormonas regulan muchas funciones en los organismos, incluyendo entre otras el estado de ánimo, el crecimiento, la función de los tejidos y el metabolismo, por células especializadas y glándulas endocrinas. Actúa como una red de comunicación celular que responde a los estímulos liberando hormonas y es el encargado de diversas funciones metabólicas del ser vivo. Por ejemplo en los vegetales, hay hormonas que regulan la producción de raíces.
Los órganos endocrinos también se denominan glándulas sin conducto o glándulas de secreción interna, debido a que sus productos se liberan directamente en el torrente sanguíneo, mientras que las glándulas exocrinas liberan sus secreciones sobre la superficie interna o externa de los tejidos cutáneos, la mucosa del estómago o el revestimiento de los conductos pancreáticos, entre otros sitios.
Las hormonas secretadas por las glándulas endocrinas regulan el crecimiento, el desarrollo y las funciones de muchos tejidos, y coordinan los procesos metabólicos del organismo. La endocrinología es la ciencia que estudia estas glándulas, las sustancias hormonales que producen, sus efectos fisiológicos, así como las enfermedades y trastornos debidos a alteraciones de su función.
La insulina es un polipéptido (similar a una proteína) de 51 aminoácidos y de un peso molecular de 6000. Es un dímero porque está compuesta por dos cadenas polipeptídicas o de proteínas. Es producida y segregada por las células beta, que se encuentran agrupadas en el páncreas (grupo de un millón de células aproximadamente) bajo el nombre de Islotes de Langerhans. Se la denominó insulina por el latín insula, «isla», ya que se produce en esos islotes.
En los inicios del siglo 20, Frederick Allen un médico militar norteamericano que luego publicó sus hallazgos con el patrocinio del Rockefeler Center descubrió como convertir a un perro en diabético eliminando gran parte del páncreas y como controlar sus síntomas con un programa estricto de dieta que se basaba en grasa y proteína eliminando casi por completo los carbohidratos y sobre todo prohibiendo el azúcar.
Con base en estos estudios se produjo en Alemania un extracto pancreático para el tratamiento de le diabetes que ya se conocía como una enfermedad relacionada con niveles altos de azúcar en la sangre.
En 1921 en la Universidad de Toronto, en Canadá Fredrick G. Banting, Charles H. Best y J.R. Macleod descubrieron la insulina aunque ya había sido descrita por Nicolae Constantin Paulescu un medico rumano que la llamó «factor antidiabético». Los canadienses lograron aislar la hormona y en 1922, la insulina de origen bovino, llamada así con base en el término de “Insel”, la palabra Alemana para el islote o isla pequeña, llegó al mercado pero con grandes efectos secundarios que muchas veces hicieron imposible su utilización que continuaron hasta que, en 1978, se logró sintetizar en California a base de un cultivo de Escherichia Coli y desde entonces se cuenta con insulina sintética segura para el tratamiento de la diabetes.
En el organismo normal, la insulina mantiene la glucosa sanguínea a un nivel satisfactorio (normo-glucemia), previene su aumento o lo corrige, e influye en la producción y el consumo de glucosa.
CARACTERISTICAS DE LAS INSULINAS INYECTABLES
TIPO DE PREPARACIÓN
INICIO DE ACCION
PICO DE ACCION
DURACIÓN DEL EFECTO
Acción rápida, cristalina o regular
15 – 30 minutos
2 – 4 horas
6 – 8 horas
Semilenta de Rápida acción (PROMPT INSULIN ZINC SUSPENSIÓN)
½ A 1 hora
4 – 9 horas
10 –16 horas
De efecto intermedio (NPH o Lente)
1 – 3 horas
4 – 9 horas
18 – 26 hora
De Larga Duración (Ultralenta y PZI)
4 – 8 horas
14 – 24 horas
28 – 36 horas
Cuando las concentraciones de azúcar en la sangre son bajas, el páncreas libera glucagón, que actúa contrariamente a la insulina, estimulando la degradación de glucógeno y la liberación de glucosa del hígado. Cuando las concentraciones de glucosa en la sangre son elevadas, el páncreas libera insulina, que elimina la glucosa del torrente sanguíneo e influye en el consumo de glucosa estimulando a los receptores de las células a captarla.
Acciones de la insulina:
Produce hipoglucemia, mantiene la normoglucemia y previene y corrige la hiperglucemia y los estados diabéticos.
Incrementa la utilización de la glucosa de los tejidos.
Acrecienta la transferencia de la glucosa al interior de las células.
Aumenta la formación de grasas (LIPOGENESIS) (glucosa a ácidos grasos), e inhibe el pasaje de grasas a ácidos grasos (LIPÓLISIS).
Transforma la glucosa en glucógeno hepático (anti-cetogénesis) y muscular y acelera el proceso (efecto glucogenético).
Permite la síntesis de péptidos (proteínas) a partir de aminoácidos.
Disminuye la gluconeogénesis proteica. (CONVERSIÓN DE AMINOÁCIDOS GLUCOGÉNICOS EN GLUCOSA)
Hace descender el fósforo inorgánico y el potasio del suero.
Los diabéticos carecen de insulina en forma parcial o total ( de acuerdo al tipo de diabetes y a la gravedad de la misma), por lo que no se producen las anteriores acciones.
Por falta de insulina en el organismo diabético se establece:
Impedimento para que la glucosa pase a dióxido de carbono y agua (Glicólisis aeróbica o ciclo de Krebs).
Dificultad para el pasaje de glucosa a ácidos grasos por medio de la lipogénesis.
Disminución de la formación de glucógeno hepático y muscular. (impedimento a la glucogenosíntesis)
La insulina ha sido llamada la “HORMONA BANQUERA” por su capacidad de promover todos los fenómenos anabólicos de almacenamiento. Sus funciones son muchas y se pueden dividir de acuerdo al tiempo de respuesta de cada una de ellas en
Rápidos (segundos)
Transporte acelerado de glucosa, aminoácidos y potasio al interior de las células sensibles a la hormona.
Intermedios (minutos)
Estimulación de la síntesis proteica
Inhibición de la degradación de proteína y de la Gluconeogénesis y de la fosforilación.
Activación de la sintetasa del glucógeno muscular y hepático.
Retardados.(horas)
Incremento en mRNA para enzimas lipogénicas y otras.
Hay tejidos que son totalmente dependientes de la insulina para su funcionamiento como el hígado, el músculo esquelético, el corazón, el tejido adiposo y la gran mayoría de los tejidos corporales.
Algunos tejidos son “INSULINO-INDEPENDIENTES” o sea que no requieren del efecto facilitador de la hormona para movilizar su energía. Entre ellos los más importantes son los eritrocitos, el encéfalo, los túbulos renales y la mucosa intestinal.
La ausencia de insulina en el organismo es causante de la diabetes y esta ausencia puede ser total como es el caso de las diabetes tipo I o juveniles y las relacionadas con extirpación total del páncreas o parcial, como ocurre en la mayoría de las diabetes del adulto o tipo II (no insulino-dependientes).
En el humano la diabetes es una enfermedad relacionada a la herencia (Tipo II) o a lesiones pancreáticas generalmente inadvertidas. En los animales los únicos tipos de diabetes encontrados son los que se relacionan con la pancreatectomía, la administración de toxinas como la aloxana. Aunque se han descrito cepas de ratones y otros roedores y monos que presentan diabetes espontánea en alta frecuencia y recientemente se ha producido DIABETES EN PERROS y otros animales domésticos lo que demuestra que es el estilo de vida inadecuado el causante principal de esta enfermedad
Los médicos griegos llamaron diabetes a la enfermedad en la que se producían grandes volúmenes de orina y distinguieron la DIABETES SACARINA aquella en que la orina tenía sabor dulce de la DIABETES INSÍPIDA en la que no había ningún sabor en la excreta.
Existe controversia en el hecho que la diabetes se deba exclusivamente a la falta de insulina o que, por el contrario, exista un fenómeno de hiper-secreción de glucagón (la hormona producida también por las células alfa de los islotes de Langerhans que se contrapone en su efecto a la insulina). Esta convicción se basa en el hecho que pacientes o animales pancreatectomizados tienen niveles de hiperglicemia moderados o incluso logran mantener niveles normales o mucho más bajos que los pacientes diabéticos.
EL 40% de las personas que mueren de un ataque cardiaco prematuro (antes de los 60 años) tienen el colesterol normal. ¿Será esto una indicación de que hemos estado acusando y condenando a un inocente?
El colesterol, que se considera uno de los enemigos públicos número uno en la actualidad, no es una grasa sino un alcohol cíclico complejo, insoluble en agua y producto del metabolismo de las grasas en los animales, incluyendo nuestro propio metabolismo.
A lo largo de los años se ha acumulado evidencia científica que demuestra que lo que pensábamos de las grasas saturadas como la mantequilla y del colesterol, era totalmente equivocado.
Se decía que la reducción de los niveles de colesterol, sobre todo del llamado colesterol malo o LIPOPROTEÍNAS DE BAJA DENSIDAD o LDL era la mejor forma de reducir el riesgo de enfermarse del corazón y que esto se lograba reduciendo el consumo de ácidos grasos saturados y aumentando el de los de tipo mono o poli-insaturados.
Todo eso se ha demostrado que es falso.
Analizando cuidadosamente los estudios que respaldaron esas afirmaciones. Sobre todo los realizados en los hospitales mentales de Minnesota entre 1968 y 1973 en que casi 9500 personas de ambos sexos fueron asignados a una DIETA TRADICIONAL AMERICANA o a una DIETA MODIFICADA que bajaba el consumo de grasas saturadas y las sustituía por grasas vegetales poli-instauradas derivadas principalmente del maíz y de margarina vegetal, se encontró fallas muy importantes en el análisis lo cual fue revelado en el año 2016 que demuestran que aunque el colesterol promedio de las personas en la dieta modificada bajó 14%, no se pudo demostrar a largo plazo una disminución en la frecuencia de enfermedad cardiovascular ni en la mortalidad relacionada con eventos cardiacos o accidentes vasculares cerebrales. Realmente se demostró que la mortalidad fue mayor en las personas sometidas a una dieta modificada que en las personas que no disminuyeron la cantidad de grasa saturada y mantuvieron altos niveles de colesterol.
O sea que se demuestra que cambiar el consumo de grasas saturadas por instauradas no solo no disminuye el numero de muertes por ataques al corazón, sino que lo aumenta.
También algunos estudios que trataron de relacionar los países con mayor consumo de grasa saturada con mayores indices de enfermedad cardiovascular, han sido revisados ya que en ellos se omitió incluir muchos países con altos consumos de grasa como algunos pueblos del Japón, de la isla de Creta y otras comunidades de dieta típicamente cargada de grasa en que se tiene una mortalidad y una morbilidad por enfermedad cardiaca, mucho más baja que las sociedades occidentalizadas.
O sea que el colesterol y las grasas saturadas, han sido nuevamente declarados inocentes.
Aun más, se ha demostrado que una dieta BAJA EN CARBOHIDRATOS y alta en grasa como la llamada DIETA CETOGÉNICA tiene un importante efecto cardioprotector tanto en personas que no han sufrido un ataque como en aquellos que desean prevenir un nuevo evento cardiovascular.
Parte de esa protección se asocia con una disminución del peso corporal y un plan de ejercicio moderado pero constante con una disminución de los requerimientos de INSULINA y una disminución del INDICE GLUCÉMICO promedio de los alimentos consumidos.
(Ver también)
Los principales lípidos (compuestos similares a las grasas) plasmáticos, incluidos el colesterol (o colesterol total) y los triglicéridos, no circulan libremente en solución en el plasma, sino que están unidos a proteínas y son transportados en forma de complejos macromoleculares llamados lipoproteínas. (como especie de botecitos llenos de lípidos que flotan en el torrente sanguíneo).
Los quilomicrones en la sangre
Las principales clases de lipoproteínas –quilomicrones, proteínas de muy baja densidad (VLDL), lipoproteínas de baja densidad (LDL) y proteínas de alta densidad (HDL) están estrechamente interrelacionadas y se clasifican por sus propiedades.
Los quilomicrones, las lipoproteínas de mayor tamaño son como barcazas cargadas de grasa, transportan los triglicéridos que se absorben en el intestino por medio de los vasos linfáticos o «QUILÍFEROS» y van al hígado por unas venas especiales que se llaman vasos linfáticos, de las cuales el principal es el conducto torácico que se mezcla con la sangre venosa.
En los capilares del tejido graso o adiposo y del músculo, el 90% de los triglicéridos de los quilomicrones es extraído por un grupo de sustancias conocidas como ENZIMAS y los ácidos grasos y el glicerol, derivados de los quilomicrones, entran en los miocitos o células musculares y en otras células del cuerpo para que se extraiga su energía y se utilice en el movimiento muscular y en el trabajo que esos órganos realizan. El sobrante es absorbido por los adipocitos o células grasas para su almacenamiento (ahí está uno de nuestros problemas principales).
El hígado elimina después las partículas no aprovechables de los quilomicrones, pero créanme, desperdicia muy poco.
Las VLDL transportan principalmente los triglicéridos (ácidos grasos unidos a glicerol) endógenos o sea los que provienen del hígado a los mismos lugares periféricos (adipocitos y células musculares) para su almacenamiento y utilización y las mismas enzimas que actúan sobre los quilomicrones degradan con rapidez estos triglicéridos endógenos de las VLDL, originando lipoproteínas de densidad intermedia (IDL) que son desprovistas de la mayor parte de sus triglicéridos y que en 2 a 6 horas son degradadas originando LDL, por lo que las VLDL son la principal fuente de las LDL plasmáticas conocidas corrientemente como el COLESTEROL MALO que, como usted puede ver, es posible que no sea colesterol y que tampoco sea tan malo como lo pintan.
El colesterol es una sustancia serosa que su cuerpo utiliza para proteger los nervios, formar tejidos celulares y producir ciertas hormonas. La mayor parte del colesterol dentro de su cuerpo es producido por el hígado. Algo de colesterol también proviene de alimentos como los huevos, carnes y productos lácteos.
Evitemos que nos engañen cuando nos venden productos que dicen en su etiqueta “LIBRES DE COLESTEROL” porque en realidad es muy poco el colesterol que nos comemos como tal (solamente cuando nos atipamos de grasa animal como en el caso de los chicharrones, en el huevo y en otras fuentes puramente animales, aunque el huevo es discutible).
La mayoría de las grasas que comemos son de origen vegetal y, por definición, están libres de colesterol. Sin embargo, las llamadas “GRASAS SATURADAS” como las del cerdo, el bistec «prime cut» como el T-bone y las costillas, la manteca, mantequilla, margarina y algunos aceites, se transforman en colesterol más fácilmente en nuestro organismo.
Es por eso que no debemos dejarnos engañar. Lo importante no es que los alimentos tengan o no colesterol, sino que tengan grasas saturadas y aquí tenemos un gran problema y es que las etiquetas nos dicen el porcentaje de grasa pero rara vez nos informan de cuanta de esa grasa es saturada, cuanta mono insaturada o cuanta poli-insaturada (algunas compañías responsables lo están incluyendo actualmente pero rara vez le ponemos atención).
Los alimentos son la fuente de todas las sustancias que entran al organismo y contienen los azucares, almidones, proteínas, grasas, vitaminas, minerales y antioxidantes necesarios para que nuestro cuerpo crezca y funcione normalmente y en estos tiempos comemos mucha grasa saturada o sea triglicéridos formados por ácidos grasos que no tienen “dobles enlaces” (no se preocupe si no entiende lo que es esto, simplemente apréndase el término “grasa saturada”) en su estructura y estas sustancias son las principales precursoras del llamado “colesterol malo” que circula en nuestro organismo dañando las arterias y produciendo arteriosclerosis que se ha considerado la causa de las muertes de los seres humanos por enfermedades relacionadas o con el infarto del corazón, el ataque o derrame cerebral, la hipertensión y la obstrucción de las arterias de las piernas que termina en gangrena.
La mayor parte del colesterol, cerca de un 70%, que circula en nuestro cuerpo, lo hace adherido a proteínas de baja densidad (LDL) o sea que es del tipo conocido como colesterol malo aunque el resto, el que se adhiere a las HDL o proteínas de alta densidad, que es el llamado colesterol bueno, nos ayuda a prevenir que el malo se pegue en las arterias del corazón, cerebro y otros órganos. (al menos esa es la teoría que hemos sostenido hasta el momento).
En cuanto a los triglicéridos, éstos se consideran elevados cuando su nivel en la sangre está por encima de 150 miligramos por cada 100 cc de sangre o 150 mg/dl). Esto no debe causarle un susto mayúsculo porque lo más probable es que usted no esté realmente enfermo, a menos que padezca uno de los síndromes metabólicos raros que se describen en la literatura médica.
La verdad sobre el colesterol o por lo menos la que un grupo importante de investigadores a nivel mundial está ahora sosteniendo es que los médicos, con toda nuestra formación, los conocimientos y la autoridad que se ha ido adquiriendo, tendemos a aumentar nuestro ego y difícilmente admitimos que nos hemos equivocado.
Sin embargo, sostienen muchos médicos reconocidos a nivel mundial y Bioquímicos ha llegado el momento de reparar el daño mediante los hechos científicos como los que presenta el doctor Black del departamento de microbiología y bioquímica de Boston University quien dice: «¿Será que llegó el momento de sacar al colesterol de la prisión a la que lo hemos condenado y reivindicarlo como un ciudadano inocente de los cargos que se le imputan»?.
El doctor Lundell cirujano cardiotorácico de la Universidad de Yale en Connecticut cuyas opiniones se pueden ver en http://www.quackwatch.org/11Ind/lundell.html dice que: (traducción libre) «Asistiendo de forma continua a seminarios, los creadores de opinión han insistido en que las enfermedades coronarias son el resultado del simple hecho de tener unos niveles de colesterol muy elevados en sangre. La única terapia aceptada ha sido la de prescribir medicamentos para bajar el colesterol y una dieta muy restringida en grasas. Un menor consumo de grasas traería consigo una disminución en la cantidad de colesterol y se reducían las enfermedades coronarias.
¡Pero no está funcionado! Estas recomendaciones no son ni científicamente ni moralmente defendibles. El descubrimiento hace unos años de que es la inflamación en la pared arterial la causa real de la enfermedad cardíaca, es lo que poco a poco está dando lugar a un cambio de paradigma en la forma en que son tratadas las enfermedades cardíacas y otras dolencias crónicas».
¿Qué hay de las medicinas contra el colesterol?
Casi un 25% de la población norteamericana toma estatinas, y un 30% de la población ha reducido la cantidad de grasa presente en la dieta, cada vez mueren más personas por enfermedades que afectan al corazón. Las estadísticas de la American Heart Association indican que 75 millones de estadounidenses sufren enfermedades cardíacas, que 20 millones padecen diabetes y 57 millones pre-diabetes.
Estos trastornos afectan cada vez a personas más jóvenes, en mayor número cada año.
Lo que parece tomar cada vez más fuerza es la «TEORÍA DE LA INFLAMACIÓN Y EL ESTRÉS» como causa de esos problemas.
En pocas palabras, sin la inflamación no es posible que se acumule el colesterol en las paredes de los vasos sanguíneos y se causen de este modo enfermedades cardíacas y apoplejías.
Sin inflamación, el colesterol se mueve libremente por todo el cuerpo y es la inflamación lo que hace que el colesterol quede atrapado.
Ahora… ¿qué es la inflamación?
La inflamación no es un proceso complejo, se trata simplemente de una reacción natural del cuerpo ante invasores extraños, tales como bacterias, toxinas o virus.
El ciclo inflamatorio es una forma de proteger al cuerpo ante invasores bacterianos y virales. Sin embargo, si se expone de forma crónica a nuestro organismo a toxinas o alimentos que el cuerpo humano no está preparado para procesar, se produce entonces una inflamación crónica. La inflamación crónica es tan dañina como beneficiosa una inflamación aguda.
El problema es que en la inflamación crónica las sustancias que se liberan son diferentes y predominan los CORTICOSTEROIDES o sea los derivados de la cortisona que son causa directa de los trastornos metabólicos relacionados con una gran cantidad de enfermedades, entre ellas la obesidad refractaria, la acumulación de grasa en las arterias y en el corazón y los ataques cardiacos, hipertensión arterial y accidentes vasculares cerebrales.
Sostiene el doctor Lundell que la dieta recomendada, baja en grasas y alta en grasas poli-insaturadas y carbohidratos, es la que está causando repetidas agresiones a nuestros vasos sanguíneos, junto con el fenómeno tan difundido del «ESTRÉS». Esta agresión repetida produce una inflamación crónica que conduce a la enfermedad cardíaca, a los accidentes cerebro – vasculares, a la diabetes y la obesidad.
O sea que la lesión e inflamación de nuestros vasos sanguíneos está causada por una dieta baja en grasas, algo recomendado durante años por la medicina convencional. ¿Cuáles son los mayores culpables de la inflamación crónica?
Dice este médico que son: la sobrecarga de hidratos de carbono simples y alimentos muy procesados (azúcar, harina y todos los productos derivados) y un exceso de consumo de aceites vegetales con omega-6, tales como aceites de soya, maíz y girasol, que se encuentran presentes en muchos alimentos procesados.
Resulta tentador saborear dulces, por eso se les llama dulces y comer pan blanco y repostería que metabólicamente es equivalente al azúcar.
El problema es que nuestro cuerpo responde como si un invasor extraño nos declarase la guerra.
Los alimentos cargados de azúcar, carbohidratos simples, o procesados con omega-6, uno de los pilares de la dieta que consumimos diariamente están envenenando lentamente a los seres humanos. Nada más párese en una calle de alta circulación y cuente mentalmente la cantidad de kilos de exceso que pasan en un minuto frente a sus ojos.
Haga el siguiente ejercicio: vea cada persona y estime mentalmente la cantidad de kilos de exceso, sin complicarse simplemente de cinco en cinco y apúntelo en un papel. Asimismo cuente la cantidad de personas con peso normal y asígneles un valor de cero. Sume la cantidad anotada y se asombrará del resultado.
¿Qué es lo que comemos los seres humanos en esta llamada sociedad post-moderna occidental?
Consumimos un 53% de nuestra dieta diaria en forma de carbohidratos, la mayor parte refinados y de ellos un 16% en forma de azúcar dulce (sacarosa glucosa y fructosa, sobre todo el HFCS o sirope de maíz alto en fructosa).
Un 15% de lo que consumimos es proteína y por proteína no se entienda carne ya que tanto los cereales como muchos vegetales como los frijoles y otras legumbres y la leche, huevos y queso tienen altos contenidos de proteína.
El resto hasta completar un 100% es grasa o sea un 32% y de esa grasa el 60% es en forma de grasas saturadas, un 30% son grasas de tipo Omega 6 que también son pro-inflamatorias y solamente un 20% son ingeridas en forma de Omega 9 y Omega 3 que son la grasas más saludables que disminuyen el nivel de inflamación y, por lo tanto, protegen el sistema circulatorio y nervioso.
¿Cómo es que un simple dulce produce una cascada de inflamaciones que hace que el cuerpo enferme? Imagínese que rocía el teclado con miel; esto es una representación visual de lo que ocurre dentro de la célula. Cuando consumimos hidratos de carbono simples, tales como el azúcar, los niveles de en la sangre se elevan rápidamente. Como respuesta, el páncreas produce insulina, cuya misión principal es que el azúcar llegue a todas las células donde se almacena la energía. Pero si la célula está llena y no necesita más glucosa, se rechaza el exceso para evitar una disfunción de los procesos que se llevan a cabo en su interior. Cuando las células rechazan el exceso de glucosa, se elevan los niveles de azúcar en sangre, aumentando la producción de insulina, y se almacena en forma de grasa. Recordemos que el cuerpo no tiene casi capacidad de almacenar azúcares.
La cantidad de azúcar en sangre se controla entre unos valores máximos y mínimos muy estrechos. Las moléculas de azúcar se unen a una amplia variedad de proteínas, que lesionan las paredes de los vasos sanguíneos. Esta lesión repetida de las paredes de los vasos sanguíneos desencadena la inflamación.
Cuando sube el nivel de azúcar en sangre varias veces al día, todos los días, es como frotar con papel de lija el delicado interior de los vasos sanguíneos. Si bien no puede observarlo, puede estar seguro de que ocurre así. De hecho todos los pacientes con enfermedad coronaria tenían un denominador común: la inflamación de las arterias.
Volvamos al asunto de los dulces. Bajo su inocente aspecto, no sólo contienen azúcar, sino que también están elaborados con ácidos grasos omega-6, tales como los provenientes de la soja. Las patatas fritas se fríen con aceite de soja, muchos alimentos procesados se fabrican con ácidos grasos omega-6, para que así tengan más larga duración. Mientras que las grasas omega-6 son esenciales al formar parte de la membrana celular, y así controlar lo que entra y sale de la célula, deben estar en un equilibrio adecuado con los omega-3 y con los omega 9 (como los que se encuentran en el aceite de oliva o canola o Canadian Oil Low Acid llamado el aceite del corazón).
Si hay un consumo excesivo de ácidos grasos omega-6, la membrana de la célula produce unas sustancias químicas denominadas citoquinas pro-inflamatorias, que causan directamente inflamación.
Hoy en día, la dieta suele producir un desequilibrio muy grande entre estos dos tipos de ácidos grasos. La relación de desequilibrio puede estar en torno de 15:1, o incluso de 30:1 en favor de los ácidos grasos omega-6. Esto produce una enorme cantidad de citoquinas pro-inflamatorias, siendo lo ideal sería una proporción de 3:1.
Para empeorar aún más las cosas, el sobrepeso produce una sobrecarga de células grasas que vierten grandes cantidades de productos químicos pro-inflamatorios, lo que se suma a las lesiones causadas por los altos niveles de azúcar en sangre. Recordemos que la grasa acumulada en nuestro tejido adiposo, al igual que la de res o cerdo, es grasa saturada al 100% por lo que al liberarse al torrente sanguíneo [cosa que ocurre constantemente] es como si estuviéramos todo el tiempo comiendo chicharrones.
De esta manera el proceso que comenzó consumiendo productos dulces se convierte en un círculo vicioso que con el tiempo genera una enfermedad cardíaca, elevada presión arterial, diabetes, y por último, Alzheimer, si el proceso inflamatorio no disminuye.
Para colmo de males, el consumo de dulces produce una ADICCIÓN a la que hemos llamado la adicción blanca (ver artículo enel azúcar es adictivo )
No hay otra solución para disminuir la inflamación que consumir los alimentos lo más cercano posible a su estado natural. Para reconstruir un músculo, se deben consumir más proteínas. Para energía elija carbohidratos complejos, tales como los presentes en frutas, verduras y granos integrales. Reduzca o elimine el consumo de los ácidos grasos omega-6, tales como el aceite de maíz y soya, y los alimentos procesados que se han elaborado con estos aceites. Una cucharada de aceite de maíz contiene 7.3 gramos de ácidos grasos omega-6; la soya 7 gramos.
En su lugar, utilice aceite de oliva o mantequilla, procedente de animales alimentados con pasto.
Las grasas animales contienen menos del 20% de omega-6 y son mucho menos propensas a producir inflamación que los aceites poli-insaturados, de los que se dicen que son supuestamente saludables, como los que se encuentran en las margarinas.